jueves, 21 de enero de 2010

invierno, cuesta de enero, soledad

Llega la cuesta de enero, y la de febrero y aun sigue la cuesta en marzo.
Vaya cuesta este año 2010; es que no se va a acabar nunca.
Me cuesta trabajo entender los primeros de año en los paises australes, donde se inicia el año en la playa haciendo una barbacoa, viendo unos cuerpazos esculturales y con el sol en pleno apogeo, y con calor.
Nada que te lleve al recogimiento obligatorio del enero de los paises de latitudes medias del norte. Mi reflexion esta teñida de la latitud de Córdoba y tambien de la soledad de esta ciudad en invierno.
Este tiempo de brumas, de lluvias, de frio, me sumerge en un espacio interior, inicialmente provechoso.
Ha pasado un tiempo desde el comienzo del invierno y he llegado a un punto inevitable de cansancio de humor acuoso; me sobra agua de todas partes, de mi cuerpo, de los caminos, del campo, de las losetas del acerado, de los paseos intransitable.
Hasta llego a echar de menos el calor torrido del verano.
El liquen se me va adhiriendo a la piel y al corazon y poco a poco un viento gelido recorre todo mi ser desde la latitud mas norte hasta los mismisimos dedos gordos de los pies.
Y el exceso de agua brota en forma de lagrimas, de nostalgia, de melancolia, a cada día que pasa mas intensa.
Añoro a mis hijos, tenerlos cerca, tocarlos, mirarlos mientras duermen. Parece que fue ayer cuando los acunaba en mis brazos.
En este tiempo de soledad el nido vacio va y viene.
Cuando ya parecia que esta etapa se habia cerrado, aparece otra ranura en la pared de mi psique y vuelta al nido vacio.
Sigo el recorrido de las capas de la cebolla, a cada capa mayor profundidad; en cada capa vuelvo a pasar por aquellos momentos de mi vida en los que la gracia desaparecio de mi corazon.
2010, año de oscuridad, de penumbra, de lluvia, de agua que recorre mi cuerpo y que tiende a salir en forma de lagrimas, de melancolia, de silencio, de soledad.
Me despido con el anhelo de los arboles en flor, del canturreo de los pajaros al amanecer, de los abejorros zumbando en el romero, de mi piel sobre la yerba fresca, del sol derritiendo todo el liquen de mi corazon.

lunes, 18 de enero de 2010

Conciencia, vacio fertil y meditacion

Hablando con mis compañeras de meditacion de los jueves, salio el tema del qué somos. No desde un punto de vista de "conocete a ti mismo", sino desde el punto de vista de la realidad "objetiva" "ultima" ( entre comillas estos dos conceptos ). Somos nosotros y el mundo viviente materia o energia ?
y los cambios que desde la irrupcion de la fisica cuantica se viene produciendo en este debate.
Mi hermana opinaba que finalmente somos energia y yo argumentaba que este era un acercamiento dualista al asunto; sin embargo no sabia como contra argumentar algo que parece tan evidente como es que la corporeidad es lo primero que desaparece.
Hablamos de los experimentos con "particulas" atomicas en los que se ha visto que las mismas varian; que se comportan como ondas ( energia ) o como particulas (materia ) dependiendo del observador. Que el comportamiento dualista no deviene per se de la realidad "objetiva" sino del hecho de la presencia del observador, del ser humano.
Seguimos debatiendo sobre que hay mas alla de ese onda-particula y acabamos sin llegar a ninguna conclusion.
Ninguno de los meditadores venimos de la ciencia, por lo que nuestras opiniones son de meros buscadores, sin conocimientos cientificos, solo desde la divulgacion.
Ademas mi opinion esta teñida de la conexion que se esta produciendo entre las sabidurias orientales ( budismo, taoismo) y la ciencia occidental ( en concreto la fisica cuantica o la teoria sobre la biologia del amor de maturana, etc ).
Al dia siguiente mientras meditaba al amanecer ( es la mejor hora para meditar, pareciera que el mundo estuviera totalmente inmovil )tuve una vision que respondia a la pregunta que nos haciamos.
En un instante desaparecio la conciencia sobre mi definida por mi cuerpo o por mi mente; ni habia cuerpo ni habia mente, no habia nada; solo existia conciencia expandida, sin limite, vacia y a su vez absolutamente abarcativa de todo lo creado, absoluta. La sensacion de habitar el vacio, el vacio fertil de donde todo sale y a donde todo retorna. Conciencia sin espacio, ni tiempo y que materializa en millones de formas.
Da igual que me muestre como corporeidad o como energia.
Finalmente solo "Conciencia" "Vacio" "Dios". Palabras que vinieron a mi boca.
Y esta experiencia enlaza directamente con la que tuve este verano en Quintana de Valdivielso durante el SAT II, la tarde que durante el ejercicio de movimiento espontaneo que consistia en adentrarse en el circulo como circulo vacio. Una sensacion de familiaridad con ese vacio, entre en el sin dudarlo, con gran alegria de dejar atras toda la pesadez de lo concreto; y me vino esta imagen del Vacio Fertil como el lugar/no lugar mas primigenio del mundo, de mi mundo.

sábado, 9 de enero de 2010

2010 en Lisboa

Entra 2010, con algunas luces y bastantes sombras.
Este año el ritual de iniciacion del año es con uvas pasas pequeñitas.
Es la tradicion en Lisboa y ciertamente me parece mas comodo y sencillo que las doce uvas, que cuando voy por la numero 9 se me hace un nudo en la garganta y la boca no puede contener ninguna uva mas.
Volver a Lisboa, una vez mas; y a cada vez descubro un trozito nuevo y siempre viejo en esta ciudad decadente.
Una casa semiderruida con unos azulejos que bien se merecen ser guardados en la retina de mi camara. Esas cuestas empinadas de Alfama o del Barrio Alto. Mi amor por los "doces de nata" y los "pasteis de Belem".
Me alojo con mi familia en un hotel (un palacio del S.XIX) en el barrio de Ajuda. Un barrio con unos cuantos palacetes con sus respectivos jardines, la mayoría de ellos abandonados. Estos jardines, alla donde los haya, me producen un enorme regocijo, es como una potente llama en mi alma. El jardin del hombre y el jardin divino, en comunion. Naturaleza y artificio en perfecta sintonia. Ver los acantos silvestres, el apio y el ruibarbo rodeando a un laurel de indias o a una phitolaca gigante. Y las ortigas y los helechos, sin orden aparente, en un caos creativo. Me echaria a dormir entre los helechos y los acantos, desnudo, sintiendo el latido de la tierra en mi piel.
Doy un paseo, con mi querida Gema, hacia Belem; primero por la ribera del mar de la Paja y luego por la calle interior paralela al rio que te conduce al Monasterio de los Jeronimos y a todas las pastelerias maravillosas de Belem.
La diversidad de azulejos en las casas en este trayecto es fascinante. Los portugueses y en especial los lisboetas son unos maestros del azulejo. Clasicos, modernos, figurativos, abastractos, algunos cuentan la historia de Lisboa, otros solo tienen una cadencia repetitiva, unos barrocos, otros minimalistas.
Ademas del azulejo, me quedo con dos valores patrimoniales del pais vecino. Los pavimentos de Lisboa y por extension de todo Portugal, y la cortesia y educacion de los portugueses.
Que envidia me dan esos pavimentos y esa cortesia. Cuando llego a Cordoba y miro al suelo y veo los mil y un pavimentos y los gritos de la gente alla donde vayas, o los malos modos, me dan ganas de salir corriendo de este pais incivil, de panceta, de nuevos ricos y de miseria secular, con la sensibilidad adormecida y el garrote y la envidia rampando por las esquinas.
Y aqui escribo, desde mi cama, con un resfriado de narices. Al menos contemplando como se pone el sol por el horizonte. Hoy si, al menos hoy ha salido el SOL del 2010.